Historia de su legado


"Cada nota de Chopin es un diamante que cayó del cielo"


Excepto los dos juveniles conciertos para piano y alguna otra obra concertante (Fantasía sobre aires polacos Op. 13Krakowiak Op. 14) o camerística (Sonata para violoncelo y piano), toda la producción de Chopin está dirigida a su instrumento musical, el piano, del que fue un virtuoso incomparable. Sin embargo, su música dista de ser un mero vehículo de lucimiento para este mismo virtuosismo: en sus composiciones hay mucho de la tradición clásica, de Mozart y Beethoven, y también algo de Bach, lo que confiere a sus obras una envergadura técnica y formal que no se encuentra en otros compositores contemporáneos, más afectos a la estética de salón.

La melodía de los operistas italianos, con Bellini en primer lugar, y el folclor de su tierra natal polaca, evidente en sus series de mazurcas y polonesas, son otras influencias que otorgan a su música su peculiar e inimitable fisonomía.
A todo ello hay que añadir la propia personalidad del músico, que si bien en una primera etapa cultivó las formas clásicas (Sonata núm. 1, los dos conciertos para piano), a partir de mediados de la década de 1830 prefirió otras formas más libres y simples, como los impromptus, preludios, fantasías, scherzi y danzas.

Son obras éstas tan brillantes –si no más– como las de sus predecesores John Field y Carl María von Weber, pero que no buscan tanto la brillantez en sí misma como la expresión de un ideal secreto; música de salón que sobrepasa los criterios estéticos de un momento histórico determinado. Sus poéticos nocturnos constituyen una excelente prueba de ello: de exquisito refinamiento expresivo, tienen una calidad lírica difícilmente explicable con palabras.




"Su inspiración era imperiosa, extraña, irreflexiva..."


Entre 1823 y 1826 cursa estudios en el Instituto de Varsovia, posteriormente inicia el estudio de música en profundidad en la Szkola Glowna Muzyki, bajo el magisterio de Jozef Elsner, diplomándose en composición en 1829. Durante estos años da conciertos en Berlín, Praga y Viena, entre otros muchos sitios, ganándose una sólida reputación como virtuoso del instrumento. El 11 de octubre de 1830, con 20 años, da su último concierto en Polonia y compone su primer concierto para piano. Un año después se instala en París donde desarrolla una intensa actividad como compositor y comienza a introducir sus propias obras en sus recitales como intérprete.


Poco a poco fue introduciéndose gradualmente en la actividad musical de París, desistiendo del viaje a Londres que originalmente había planeado realizar. 

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